"Estoy acostumbrado a ser segundo". Con una media sonrisa, Jürgen Klopp admitió recientemente la condición innata de "perdedor" que le ha acompañado a lo largo de su carrera. Esa que le vio perder seis finales de forma consecutiva entre 2012 y 2019 y que le colocó como el entrenador maldito del fútbol mundial.
Una racha que murió en el Wanda Metropolitano, en la final de la Liga de Campeones que el Liverpool le ganó al Tottenham Hotspur y con la que Klopp puso final a siete años de espera. Pero esto no implica que el germano haya olvidado aquellos tiempos y se acordó de esa fama al perder la Premier League por un solo punto, pese a sumar 92 unidades, una cifra con la que hubiera sido campeón en cualquier otra liga.
"Creo que aún tengo el récord con el Mainz de ser el equipo que sumó más puntos y no consiguió subir", reconoció Klopp, cuya maldición comenzó precisamente en la Champions, pero cuando dirigía al Borussia Dortmund.
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A los alemanes los coronó campeones de la Bundesliga en 2011 y 2012, además de sumar ese último año una Copa de Alemania, pero fue en 2013, en Wembley, cuando tuvo la guinda del pastel a su alcance. Una final a la que los de Dortmund llegaron tras arrasar al Real Madrid con el póker de Robert Lewandowski, pero en la que la figura fue Arjen Robben, que se quitó todos los fantasmas de su carrera con el gol que coronó al Bayern de Múnich.
A aquella final perdida le acompañó al año siguiente la de la Copa de Alemania, en 2014, y también en 2015. Ahí tiró la toalla con los alemanes, se marchó en el verano de 2015 y esperó a que la puerta del banquillo del Liverpool se abriera unos meses después.
Decepciones
Con los 'Reds' llegaron otras tres decepciones. La primera, la de la Copa de la Liga en 2016, contra el Manchester City aún dirigido por Manuel Pellegrini, la segunda, la Europa League que el Sevilla les arrebató en Basilea, y la tercera y más importante, la de la Champions League de Kiev, contra el Real Madrid.
Seis derrotas seguidas que no llevaron al alemán a la locura ni a tirar la toalla. Un año después de la peor derrota de su carrera, aquella bañada por la lesión de Mohamed Salah y las catástrofes de Loris Karius, Klopp volvió al último partido por la 'Orejona' y lo ganó. Rompió la racha y empezó la gloria.
Cayó también una Supercopa de Europa y un Mundial de Clubes, mientras que por el camino se perdió algún título menor con la Community Shield de 2020. Esta temporada, el germano ha saldado una de sus cuentas pendientes con la afición del Liverpool, que ha sido la de tomarse las copas en serio.
Tras varios años cayendo a las primeras de cambio y sin competir hasta el final, el Liverpool ganó la Copa de la Liga contra el Chelsea en los penaltis, con Caoimhín Kelleher como héroe, y venció, también ante el los 'Blues' y también en los penaltis, en la FA Cup, para entregar este título a las vitrinas del 'Pool' por primera vez en 16 años.
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El maldito Klopp, aquel al que se puso la etiqueta de perdedor en 2018, por una serie de catastróficas desdichas, ya ha aprendido a ganar finales y a continuar con la racha positiva en París y contra el Real Madrid, precisamente el último equipo al que derrotó antes de comenzar la lista de fracasos.